Hay una enorme cantidad de situaciones dolorosas que tenemos que atravesar las mujeres, y más aún frente a sociedades que en muchas situaciones nos invisibilizan. Y no es el objetivo de estas líneas hacer un listado de cuáles son las más o menos injustas, sino poner sobre la mesa un tema del que se habla poco o nada. De una problemática no mediatizada y muchas veces olvidada: la violencia sobre las Adultas Mayores.
¿Por qué normalizamos tanto que se diga que los hombres maduran y las mujeres envejecen? ¿Por qué permitimos que las exigencias físicas y estéticas de un modelo impuesto determinen cómo debe ser el paso del tiempo aceptable para las mujeres y asumimos todo tipo de violencia estética y mediática con las mujeres que cumplen determinada edad? ¿Por qué se profundiza la violencia física en este segmento? ¿Por qué damos “por sentado” algunas situaciones?
En la Provincia de Buenos Aires hay 1,6 millones de mujeres mayores de 60 años. De ellas, 9 de cada 10 realizan las tareas domésticas de su hogar. Y si bien después de los 65 años la tasa de empleo se retrae significativamente con la jubilación, no ocurre lo mismo con el trabajo cotidiano en el hogar que asegura la subsistencia propia y, generalmente, la de otros miembros de la familia. Necesitamos cortar con estos patrones culturales arraigados que cuestan mucho arrancar.
A esto también se suma las “abuelas cuidadoras”, que tienen en la mayoría de sus casos el cuidado de niños y niñas sin recibir pago alguno porque se entiende “que siempre fue así”. Todos conocemos un caso.
Y más preocupante aún es que año a año, 1.500 mujeres mayores llaman a la línea 144 por razones de violencia, principalmente mujeres de entre 60 y 71 años. En su mayoría denuncian situaciones de violencia doméstica expresada en violencia psicológica, simbólica, física, económica y sexual. La mitad de ellas sufrieron agresiones por parte de la pareja y/o ex pareja. Más del 30% son parientes directos son los violentos.
Situación que se agravó en el contexto de la pandemia. Por eso necesitamos de manera urgente que el Estado implemente medidas concretas. Los efectos recién se están viendo.
En ese sentido, presenté en la Cámara de Diputados un Proyecto de Ley que brinda un marco general para la protección de las Adultas Mayores frente a las situaciones de violencia y maltrato.
El objetivo es que se redoblen los esfuerzos y que se aborde cada una de las anteriores situaciones de manera integral. Con capacitaciones de los cuidadores formales e informales, con el desarrollo de talleres que garanticen el acceso a nuevas tecnologías para darles autonomía, con asistencia a las víctimas de abuso, maltrato, violencia. También con la generación de campañas de comunicación y la creación de estadísticas para seguir profundizando las medidas.
También necesitamos avanzar en una Defensoría del Adulto Mayor para velar por el cumplimiento de sus derechos y garantizar que el Estado los proteja y promueva políticas activas para la tercera edad.
Y si bien el artículo 36 de la Constitución provincial que sostiene que “todas las personas de la Tercera Edad tienen derecho a la protección integral por parte de su familia” y que “la Provincia promoverá políticas asistenciales y de revalorización de su rol activo”; hoy faltan medidas concretas, falta integralidad, falta una intervención activa del Estado, falta prevención. Y no se puede seguir llegando tarde y mal.
Necesitamos que ellas, las que nos abrieron el camino, las que nos defendieron, las que nos protegieron, las que nos permitieron hoy estar acá sean prioridad. Hablando de una prioridad efectiva y real.
Johanna Panebianco – Diputada Provincial Juntos por el Cambio